Los preparativos de este viaje duraron meses durante los cuales trabajamos con esmero en la recogida de material. Todos se volcaron y contagiaron con nuestra ilusión: depósitos dentales, farmacias, amigos… Todos querían colaborar.
Nuestra primera etapa de la colaboración fue en Ossouye, gracias a las gestiones de la Dra. Elena Barraquer, ya que ella colabora en ese hospital desde hace tiempo.
Cuando llegamos al hospital de Ossouye, el dentista que trabaja en él nos dijo que habíamos ido en mala época (al ser temporada de lluvias que es cuando recolectan el arroz) y que tendríamos pocos pacientes, pero que él nos llevaría a pueblos de alrededor para hacer lo que pudiéramos (llevábamos un equipo dental portátil). Esto nos desanimó un poco pero decidimos ponernos manos a la obra y esa tarde la dedicamos a organizar todo el material (unas 25 maletas) y a pasear por el pueblo para hacernos propaganda entre la gente, explicándoles que éramos los dentistas y que estábamos allí para trabajar “gratis” (ellos tienen que pagar cualquier tratamiento dental y les resulta muy caro). También pusimos carteles anunciándolo.
Al día siguiente el Dr. Sambou (el dentista), no sé por qué motivo, cambió de opinión y nos cedió su gabinete para poder trabajar. También nos dejaron otro pabellón ya que en una sala no cabíamos todos (éramos 9 dentistas, de los cuales 8 eran estudiantes que habían acabado 4º curso,1 protésico,1 enfermera y mis tres hijos que hicieron de ayudantes).
En cuanto corrió la voz de que había dentistas “gratis” fue un “sin parar”. Llegábamos a las 9 de la mañana y algún día acabamos a las 9 de la noche, descansando solo para salir a comer al bar donde Williams (dueño del campamento Les Bolongs, donde nos alojamos mi familia y yo) nos traía la comida a la hora acordada invitándonos algunas veces . Estaba agradecido porque les hicimos tratamientos de odontología y también prótesis removibles a varios miembros de su familia. Nosotros lo estamos más todavía por lo mucho que nos hizo sentir “como en casa”. El resto del grupo se alojó en el internado Joseph Faye donde el Padre Josep Artigas (catalán) nos acogió de maravilla y nos enseñó lo primero que debes aprender al llegar a África: a tener PACIENCIA, imprescindible en un país en lo que todo va a su ritmo, a “ritmo africano” como bromeábamos nosotros.
Durante los días de trabajo todos tuvimos ocasión de ayudar, incluso los que no eran dentistas lo hacían en tareas como limpieza y desinfección del instrumental, organizando la lista de pacientes, aguantando a los bebés cuyas madres estaban siendo atendidas o dando la mano a aquel paciente que estaba muy angustiado. También teníamos colaboradores nativos que nos ayudaban en la traducción a los que no entendían el francés (ellos hablan diola). Lo único “malo” es que se enamoraban de las chicas de nuestro grupo y les decían “Je t’aime beaucoup” al cabo de nada de conocerlas.
Algunos pacientes venían con sus hijos andando más de 13 km. para ser visitados. Aunque la cola ese día fuera interminable no éramos capaces de decirles que vinieran otro día y siempre sacábamos fuerzas para poder atender uno más.
Nuestros colaboradores locales nos acompañaban a todas partes. La gente por la calle nos paraba para saludarnos y agradecernos nuestra labor. Alguna tarde, a última hora fuimos al orfanato de Oussouye a jugar con los niños. ¡Impresionante!. ¡Era una invasión!. Todos querían besarnos y jugar con nosotros.
También aprovechando la estancia en Cassamance fuimos 3 días al hospital de Thionk Essyl a colaborar porque así nos lo pidió la Dra. Teresa Sellés, cirujana que colabora en ese hospital durante el verano. Tampoco habían tenido nunca dentistas voluntarios y nos esperaban con mucha ilusión. ¡Jamás habíamos visto tantas cucarachas ni tan grandes como en el recinto del hospital!. El director nos trató de maravilla. Tiene un sillón dental por estrenar que le regaló el gobierno. Estaba empaquetado en una sala y quería que lo dejáramos preparado para poderlo instalar y así dejar una base para futuras colaboraciones. Creo que lo hemos conseguido.
En Thionk Essyl nos invitaron a una fiesta tribal en medio de la selva. ¡Alucinante, maravilloso disfrutar de este espectáculo! El jefe de la tribu nos preparó sillas para que estuviéramos cómodos como si fuéramos personajes importantes. Nos intercambiamos direcciones y ya nos han llegado las primeras cartas para que no les olvidemos. ¿Cómo podríamos hacerlo?. Lo que ellos no creo que sepan es lo mucho que nos han ayudado a nosotros. Ya no somos los mismos. Una parte de nuestro corazón sigue allí.
Trabajamos en total 9 días en Ossouye y 3 en Thionk Essyl, atendiendo una media de 50-60 pacientes al día en Ossouye y algo menos en Thionk Essyl (porque aquí fue un viaje para ver qué podíamos hacer en el futuro), realizando básicamente exodoncias.
También pudimos hacer alguna obturación estética y 10-15 raspados. En cuanto al tipo de patología, un poco de todo: mucha enfermedad periodontal, mucho sarro, niños con muchas caries y muchísima necesidad de prótesis. Nuestro protésico pudo hacer 4 removibles. Cuando la gente le veía trabajar le decían: “Yo también quiero uno”.
A pesar del calor, de los mosquitos (los “malarios” como les llamaban los estudiantes), de las incomodidades y del cansancio, QUEREMOS SEGUIR.
Los niños senegaleses nos han enamorado. No importa que vayan sucios, con mocos o con el cuero cabelludo lleno de micosis. Les hemos enseñado hasta catalán, pero ellos nos han enseñado algo mejor: a reír.
¡Menuda terapia!
Kira Franch Barri.