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Camerun – Agosto 2016

El viaje comenzó con mucha ilusión y nervios no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar.
Salimos del Aeropuerto del Prat en Barcelona, destino Yaounde capital de Camerún, la primera parada sería Casablanca en Marruecos, donde nos encontraríamos con las odontólogas Raquel y María José que venían de un vuelo procedente de Madrid.

Al llegar a Casablanca tuvimos que recorrer el aeropuerto corriendo, solo teníamos 30 minutos para cambiar de avión, y qué sorpresa para nosotras al ver que ellas no se encontraban allí en la puerta de embarque como lo habíamos planeado, pensábamos que tendríamos que ir solas, llegaron al último minuto cuando ya estábamos a punto de embarcar, el encuentro fue genial, toda una aventura emocionante nos esperaba.

El viaje duro 5 horas pero nos pareció corto aunque con bastantes turbulencias, en el avión nos sentíamos diferentes, la comida ya tenía éste sabor especial y característico africano, con la voz de fondo de la azafata hablando en francés y en árabe.

Llegamos a Yaounde a las 3:00 de la mañana donde nos esperaba el equipo de Fridolin con dos coches, nuestras maletas se perdieron a la llegada pero todo se solucionó rápidamente.
El lugar de acogida para los primeros días era una residencia religiosa, muy acogedora y limpia. Había muchos animales, era toda una odisea llegar a la habitación; Un día te encontrabas con pavos reales, otro día conejos, gallinas, cabras, así que de tanto vernos nos hicimos amigos de todos ellos.

Al día siguiente Raquel y María José partieron a Guinea Ecuatorial a buscar el material, con el cual ya estabamos listas para empezar a trabajar. Así que partimos rumbo a Makak un pueblo remoto adentrado en medio de la selva de Camerún, nos trasportaba el alcalde en un coche automático y cómodo de primera categoría.

El paisaje realmente era precioso, verde y frondoso, donde solo se escuchaba el ruido de la naturaleza. La noche era oscura y tranquila, se dormía muy bien.
Empezamos a trabajar en un pequeño hospital, en el que había poco material pero con lo que habíamos llevado era suficiente.
Contábamos con la ayuda de gente autóctona para poder agilizar nuestro trabajo.
Estuvimos en varios pueblos trabajando, en cada uno fue una experiencia única y la gente fue muy acogedora.
Al volver a Yaounde (la capital) nos llevaron a un hotel, donde hicimos bastantes amigos, todos eran amables, la cocinera, el guardia de seguridad, la recepcionista, en general los que estaban allí.
En la capital trabajamos una semana, la alcaldesa nos proporcionó lo necesario para poder llevar a cabo el proyecto. Al haber mucho volumen de pacientes, nos enviaron personal sanitario local para asistirnos.



Los pacientes fueron siempre muy agradecidos, nosotras intentamos al máximo que se sintieran lo mejor posible.
Todo el tiempo Raquel y María José estuvieron muy atentas con nosotras, nos ayudaron en todo, siendo una experiencia inolvidable.
El equipo de Fridolin nos hizo sentir muy cómodas en todo momento.
En general todo en Camerún fue una experiencia nueva y positiva, la comida, los olores, los paisajes, la gente, la lengua, era todo diferente para nosotras, al final acabamos sintiéndonos como en casa.
El hecho de poder ayudar a cientos de personas, hace que nos sintamos realmente satisfechas de nuestro trabajo, creemos que es muy importante y gratificante la colaboración de voluntarios en proyectos de salud bucodental.
Estamos seguras que repetiremos la experiencia con Dental Coop, esperamos poder seguir ayudando muchos años más.

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