Crónicas

Sáhara – Hombres y Mujeres del Desierto

Shi Ming Chu Odontóloga. Voluntaria Dentalcoop “¡Que Allah te mande a la hammada!” Y allí nos encontrábamos todos en dirección a la mayor hammada del mundo. Es lo que se denomina al árido desierto pedregoso, a diferencia del erg que es la región arenosa. Es una maldición popular en el Sahara Occidental cuando se desea el peor de los infiernos a alguien. Y cómo de irónica es la vida que todo el pueblo saharaui ha acabado arrinconado en ella. Junto con Ana, la bailarina, y la luna nueva, un lunes 20 de abril, el primer equipo de Sahara4x4Solidario salió de Madrid hacia el puerto de Alicante con los vehículos que una semana antes habíamos estado cargando de medicamentos, material, equipo e instrumental odontológico y escolar junto con un balón de fútbol, camisetas y alimentos no perecederos (destacaremos un saco de garbanzos que luego allá por donde fuéramos nadie quiso, ya que se requería mucha agua y tiempo para ablandar). Aquel día de carga y descarga conocí a Almeida, promotor y coordinador de todo este proyecto y a Jalisco, el doctor de los motores. Del puerto de Alicante llegarían en barco a Orán, en Argelia, y de allí comenzarían su viaje africano en 4x4 hacia los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf donde nos reencontraríamos. Nosotros, el equipo de salud dental de los Territorios Liberados del Sahara Occidental, de Dentalcoop, salíamos el viernes 24 de abril. Mis conocimientos y mis manos, que Madrid se empeñaba en poner a saldo, ya estaban metidos en la mochila. Un mes y medio antes me reuní con el Dr. Ignacio Calatayud, el director del proyecto. En aquella reunión me mostró fotos, me ilustró en mapas el viaje que se pretendía hacer hasta Mijek (al sur de los Territorios Liberados, a más de 800 km de los campamentos de refugiados), las opciones que teníamos, las circunstancias en las que trabajaríamos, y los posibles riesgos. Trataba de que me uniera al equipo, intentando disipar cualquier duda que pudiera tener. Sería mi primera experiencia en cooperación e Ignacio me había preparado prácticamente una conferencia. Le miraba con una sonrisilla entre atenta y perpleja. En mi corazón no había miedo.   Los nervios de mi madre se apaciguaron cuando vio en el globo terráqueo del salón que Tindouf estaba aproximadamente en la misma latitud que las Islas Canarias, y el resto del viaje parecía que perdía importancia. Mis amigos y mi familia no intentaron ni por un momento disuadirme porque me conocían. Me observaban proceder y fue pasmosa la tranquilidad con la que preparé la mochila que me habían donado mis hermanos para la causa. Hace 2 años que no cogía un avión y las dos últimas veces fueron en circunstancias personales muy difíciles. No sentía ni la emoción de la anticipación del comienzo de una nueva aventura. Había dejado los asuntos en relativo orden. Estaba en paz con la vida. La gente que amaba, sabía que le amaba como siempre lo habían sabido. Quedamos a las 10:00 en el aeropuerto para repartirnos en el equipaje a facturar el material de donaciones de última hora que Nayi había reunido con mucho tesón y trabajo. Mi buen amigo Marijuán, que hizo una donación a la causa, se ofreció además a llevarme al aeropuerto. Una vez allí conocí al resto del equipo odontológico: Nayi, odontóloga de procedencia dominicana y de raíces libanesas, arábigas y españolas; Syra, una estudiante de odontología higienista-técnico protésico saharaui formada en España y Juanma, un odontólogo de Cartagena, un viejo amigo y compañero de Ignacio con el que se reencontraba tras un par de décadas. Compartimos el viaje hasta Tindouf con Yslem, un famoso rapero saharaui, que se dirigía a los campamentos para participar en el festival internacional de cine FiSahara. Sus letras estaban cargadas de optimismo y sus palabras contenían la lucidez madura de un profundo conocimiento del mundo. Allí radicaba su lucha y compromiso con su pueblo. Quizá nos conocemos de otras vidas pero en ésta, todos compartíamos risas y una causa. No sabía realmente cómo el destino me había llevado hasta allí pero me hallaba sobrevolando el desierto en mitad de la noche. No lo veía, pero lo sentía… El desierto estaba calmo y sólo se oía el runrun del motor del avión. Abba, dentista saharaui y coordinador del proyecto por parte del Ministerio de Salud, nos recibió en Tindouf para llevarnos a Rabouni, la capital administrativa de los campamentos de refugiados. La caravana que formamos estaba lista la tarde siguiente para partir hacia Mijek, pasando a mitad de camino por Tifariti, para recoger y dejar material en el hospital Navarra donde el equipo de Dentalcoop y Sahara4x4Solidario había instalado el año anterior una clínica dental completa. Al salir íbamos por una carretera asfaltada que pronto dejamos atrás. Lo increíble del Desierto es que tiene un Viento salvaje, un Sol abrasador, una Arena que penetra en lo más recóndito, y un infinito que no se puede captar con palabras o con ninguna foto. Y estábamos en aquel mar esperando la próxima gran ola que nos hiciera poner al vuelo las 4 ruedas o rebotar nuestras cabezas contra el techo de los todoterrenos. Por el camino siempre ocurrían repentinas paradas para cortar ramas secas de los escasos árboles y conseguir algo de leña para poder pasar la noche. Cuando al caer la tarde, advertíamos que una hoguera incendiaba el horizonte por el oeste, no cabía más opción que pasar la noche a la intemperie. Este pueblo está tan organizado, y adaptado a su medio, que observamos anonadados cómo 9 hombres del desierto fueron capaces en hora y media de sacrificar un cabrito en dirección a La Meca; desmembrarlo y descuartizarlo; encender 3 fuegos de distintos tamaños, uno para la olla, otro para la parrilla de pinchos morunos de carne y vísceras de camello (dromedario), y las brasas para la tetera; barrer y enmoquetar el desierto; hornear pan en la arena; preparar el té ceremoniosamente; y por último, cenar y lavar los platos con arena. Reparé...
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Moldavia 2013

En una de mis rutinarias visitas a IOB, el Dr. Alberto Pérez-Porro me comentó que Dentalcoop estaba llevando a cabo un proyecto dental en Baltî, una ciudad del norte de Moldavia, y me sugirió emprender una nueva aventura con él; el destino de este año iba a ser Europa del Este. La primera parada fue Viena, dónde me esperaba mi amigo el dentista Andrea Tinti. Decidimos pasar nueve horas en la ciudad que inspiró a Mozart… Gajes de viajar con low cost. Habiendo dejado atrás tierras austriacas, pisamos terreno ex soviético, dónde completamos el equipo de bata blanca formado por la Dra. Ana Moreno, malagueña, Andrea, italiano, y Alberto y yo, de la ciudad condal. Moldavia es ese escondido y olvidado rincón de Europa del Este que uno no sabe exactamente dónde ubicarlo. Pues bien, ese desconocido tiene como vecina a Ucrania al oeste y a Rumania al este, de la que formaba parte hasta la ocupación soviética. Declaró su independencia en 1991, como parte de la disolución de la URSS. Por ello aún se pueden apreciar matices de su influencia comunista. La primera mañana de trabajo la dedicamos a la organización y puesta punto del gabinete. Allí nos esperaba Alina. La auxiliar que todo dentista desearía tener en su consulta. Servicial, cuidadosa, con gran capacidad de organización y habilidad para compaginarse con el clínico. Los lugareños habían realizado una tarea excelente con la construcción de la clínica, gracias al material subministrado por Dentalcoop. El material y las instalaciones se encontraban en muy buen estado. Nos llamó especial atención algunos de los materiales de los que disponíamos; se trataba de productos que incluían componentes momificantes como arsénico y otras sustancias tóxicas propias de la practica dental de estilo ruso. Los gestos hablaban por nosotros, ya que el hándicap lingüístico de que los pacientes no hablaran inglés dificultaba la comunicación.  No obstante, Google Translator nos ayudó en mas de una ocasión a mantener breves conversaciones. El idioma principal es el rumano, que se diferencia del moldavo por la fonología. Su cercanía al latín lo convierte en un una lengua intuitiva y levemente comprensible. Muy similar al italiano y al español en cuanto a vocabulario. La respuesta de los pacientes después de cada tratamiento era gratamente satisfactoria, muy correspondida y siempre acompañada de un God bless you. La diversidad fenotípica moldava es el fruto de la combinación racial que, durante el régimen comunista, surgió a partir de la mezcla de poblaciones germana, turca, rusa, rumana, ucraniana y parte del territorio báltico. Este cóctel genético da como resultado estereotipos físicos distintos; la piel blanca y el pelo oscuro revela posible descendencia rusa o báltica, mientras que la piel oscura tiene procedencia turca o es de cepa gitana. El sueldo medio moldavo oscila entre 50 y 100 euros mensuales, lo que le convierte en el país más pobre de Europa. Un leu moldavo equivale a seis céntimos de euro. Los inviernos llegan a ser una auténtica pesadilla para la mayoría de los habitantes, que no tienen ni para calefacción. El centro donde trabajamos acoge a huérfanos y algunas de las huéspedes más jóvenes habían sido producto del tráfico de blancas con fines de explotación sexual. Su asustadiza y temerosa actitud les delataba. Eran extremadamente reacias al mínimo contacto de los hombres. La iglesia tiene el papel de reeducarlas y reintegrarlas en la sociedad. Cruzando la calle se encuentra la taberna Noroc, rincón donde nos premiábamos por el trabajo con una variedad de cervezas nacionales y de importación. En mas de una ocasión dejamos el estrés en las cenizas de un narguilé, poniendo punto y final a la jornada. El viernes fuimos invitados a cenar a casa de la doctora que trabajaba con nosotros. Empezamos abriendo boca con deliciosos entrantes que ella misma había preparado y brindamos con vino Chianti. Todo iba rodado hasta que se presentó el marido ex militar de la doctora, que rompió con la paz i la armonía con la que habíamos convivido hasta entonces. Su castigado aspecto hablaba por sí solo: una barriga descubierta de gran envergadura le separaba de la mesa, tenía la mirada perdida y dejaba escapar un embriagador olor etílico que hacía honor a la fama del cliché ruso. Bajo un progresivo estado de embriaguez, nos sorprendía con anécdotas y cantaba a pulmón al mas puro estilo ruso, mientras se metía entre pecho y espalda todo lo que podía de whisky, destilado en el sótano de su casa. Llegó el fin de semana, y Calvin, el pastor, nos llevó a un pueblo gitano a una hora y media de Baltî. Nos adelantó que no habríamos visto nada parecido. Y así fue; se trataba de una caótica macedonia de ostentosidad y falso lujo que acababa con cualquier esquema arquitectónico. Fingían ser pequeñas mansiones decoradas con descarados elementos como columnatas con engañoso estilo corintio o capitolios, nada más lejos de la elegancia y el buen gusto. Los habitantes del pueblo eran gitanos que habían, acumulado grandes riquezas en Rusia, para volver en forma de ‘nuevos ricos’. La próxima parada fue a orillas de un lago, donde disfrutamos de una sabrosa carpa acompañado de mamaliga, una genuina receta moldava a base de maíz que seguía la exquisita línea gastronómica con la que hasta ahora nos habían deleitado. Atardecía y, habiendo cargado las pilas, retomamos el camino a casa. El defectuoso estado de las carreteras imposibilitaba el descanso, lo cual brindaba la posibilidad de admirar una estampa típicamente campesina: las vastas llanuras de trigo y girasoles que cubrían las valles hasta donde alcanzaba la vista. Era domingo, día de celebración en toda la comunidad cristiana. El movimiento protestante vive la fe de un modo más liberal. Una alternativa alejada del tradicional ritual católico; el lugar del órgano lo ocupa una batería y un piano eléctrico y todos los presentes son protagonistas del jolgorio; bailan, aplauden y alaban la palabra del Señor a través de animada música cristiana. En la parte final de la misa todos los devotos cierran los ojos y rezan en voz baja. El oír cientos...
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Haití – Mayo 2013

Cuando por casualidad te cruzas la mirada con un haitiano, la sostiene, y si tú no la apartas, sonríe. Hemos encontrado Puerto Príncipe (PaP), tres años después del terremoto, reconstruido cosméticamente. No vemos los edificios derruidos, plegados inverosímilmente, del momento inmediatamente posterior al terremoto. No hay montones de escombros apilados en las calzadas. No hay tiendas de campaña ocupándolas. Un paseo mas detenido nos ha revelado los barrios de chabolas cronificados (aun 300.00 personas sin vivienda), los vertidos de aguas fecales al descubierto, las basuras amontonadas por todas partes, las  calles sin asfaltar… Se han construido muchas viviendas aparentemente correctas pero donde viven hacinadas en dos o tres habitaciones familias de 10 o mas personas. Con los consiguientes problemas de violaciones, de inseguridad, de violencia. Haití sigue padeciendo su problema endémico de pobreza, desgobierno, y corrupción rampante. En este viaje nos hemos desplazado tres dentistas, Fadi, Cristian y yo mismo. Junto con un técnico, Olivier, y un traumatólogo Javier Trencs. El objetivo era doble. Por un lado nuestro proyecto de clínica dental, ubicado en las instalaciones de una ong norteamericana (Food for the Poor), y por otro el taller de prótesis para amputados S. José controlado por la orden religiosa de Jesús Maria, bajo la dirección de la hermana Isa Sola (www.projectehaiti.com).  Ella es también la directora de nuestro proyecto dental. A pesar de las difíciles condiciones del país, el factor humano, la gente, aquí, es de gran calidad. Muy dignos, serios, tímidos con los blancos, pero calidos en cuanto se abren, en cuanto comprenden la actitud de entrega y de solidaridad de quienes acudimos con buenas intenciones. Sin prepotencia, sin soberbia, uno más a su lado. El viaje fue impecable, sin retrasos, sin perdida de maletas. Llegamos desde Barcelona a Sto. Domingo sábado por la tarde, con escala en Madrid. Contamos con la acogida cariñosa de las HH. Concepcionistas, donde descansamos esa primera noche. Al día siguiente aun tuvimos tiempo de hacer un paseo turístico por la zona colonial de Sto. Domingo y tomamos el vuelo a PaP el domingo por la tarde. Nos recibió la HH. Isa y tomamos posesión de las habitaciones donde nos alojamos  durante los siguientes días. Fadi y Cristian se desplazaron el lunes en coche al norte de Haití, a  una población llamada Jean Rabel, donde la misma congregación de Jesús Maria desarrolla otros proyectos. Podréis leer los detalles en su crónica. El dispensario esta dentro del complejo de Food for the Poor, básicamente un almacén de suministros que llegan desde EEUU. Fortificado, dado el nivel de inseguridad de PaP. Un pequeño ejercito de guardias armados, torres de vigilancia… Reconfortante. El estado en que encontramos la clínica era lamentable. Un equipo no funcionaba en absoluto, el otro carecía de luz, la aspiración  no funcionaba, las turbinas estropeadas… Olivier quedo unas horas en estado de trance, quieto, pálido, sin saber por donde empezar. Cuando recupero los sentidos pidió un enchufe múltiple y se paso las siguientes 4 horas maldiciendo hasta que se lo trajeron.   Mientras tanto íbamos trabajando. Con Marie Rose y Mirlanda, dentista haitiana y enfermera respectivamente. Sorprendentemente, el estado general de las bocas era bastante bueno. Nada que ver con el panorama que estoy acostumbrado a afrontar en Guinea. En algún momento pude comprobar que a los pacientes que esperaban, para las demás especialidades del centro (pediatría, ginecología, medicina general) se les daban charlas de educación en salud dental, y salían provistos de hilo dental y colutorio. Enorme, made in USA Esta claro que la base de un proyecto útil es la continuidad que solo pueden darla las personas del país. En este caso tengo que felicitar efusivamente a Marie Rose y Mirlanda por la excelente labor que están realizando. Y sin medios. No se como han podido hacer tantos empastes en esas condiciones. Chapeau Volviendo con Olivier, durante estos días ha conseguido milagrosamente que todo funcione. Hay luz, hay aspiración, el modulo del gabinete pequeño tiene aire y agua, en el equipo principal hay aire y agua en la jeringa,  y la turbina funciona, sin agua. Hay aspiración en ambos equipos!!! En realidad el equipo principal lo hemos dejado fijo en una posición buena de trabajo y calzado en unos bloques de cemento. No se mueve. El ultrasonidos lo hemos sustituido por uno que trajimos con nosotros y tengo aquí ahora el sistema de disparo de los Rx para ver si se puede arreglar. Mas varias turbinas. No ha sido una semana de trabajo intenso, entre otras cosas porque Olivier estaba todo el rato interrumpiendo. Y el Dr. Trencs también, cuando acababa de pasar visita en el centro de amputados. La luz arreglada gira sobre una rotula de prótesis femoral... No ha enyesado los brazos del sillón por milagro. Creo que Cristian y Fadi han compensado desdentando todo el norte del país. Sin embargo queda una gran confianza en el funcionamiento de un servicio que no depende de nosotros, y que además hace altamente rentable la ayuda técnica que podemos proporcionar. Gracias a Isa, Marie Rose, Mirlanda y madame Michele de Food for the Poor Vale pena ir a Haiti. Vale la pena conocer y colaborar con estas personas, vale la pena luchar con los haitianos por un mundo mas justo. PS. Acabo de ver las fotos de Olivier que, al quedarse una semana mas ha podido ir a la playa. Lo veréis retozando en las aguas azul turquesa del Caribe. Sin un solo turista en la arena, que se pierde en el horizonte. Después arregló el taller de prótesis. Alberto Perez-Porro DENTALCOOP
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Kafountin (Senegal) – Febrero 2013

Después de mi primera reunión con el Dr. Pérez Porro y Gloria de Dentalcoop, decidí con seguridad realizar el viaje que había soñado desde hacia tiempo. La ayuda y el apoyo incondicional del Dr. Gabriel Navarro Soto, comentándome sobre su experiencia anterior, y colaborando en todo lo que necesitaba para mi cooperación, todavía me dio más entusiasmo. No era mi primera vez en África, Senegal, pero si para esta experiencia para la que partía sola, pero con mis maletas cargadas, aparte de medicación e instrumental, de una dosis de ilusión que superó con creces las expectativas. A mi llegada a Kafountine, la hospitalidad de Jack y su esposa Michel a cargo de la escuela de alfabetización, fueron la guinda que coronaba mi estancia. Siempre pendientes de todo y ofreciendo incondicional apoyo para lo que surgía. Una vez en el hospital había que limpiar y poner todo en orden y comenzaba el trabajo, con la ayuda inmejorable de Konstance, "Kons", para los amigos y la asistencia de Michel. Lo entrañable de sus habitantes no era nuevo para mí, pero como me gusta volver a sentir esa esencia propia de la gente africana. Sus miradas, sus sonrisas........esa felicidad en un mundo de carencias donde desaprendes a cada momento todas las malas costumbres del mundo de la abundancia.. El polvo de la carretera, el arroz, el pescado, sus pescadores...todos y cada uno de esos recuerdos se quedan grabados a fuego en el corazón, y hace que no quieras alejarte del todo. África atrapa.....y poder ofrecer tus manos trabajando de lo que te gusta y sabiendo lo necesarias que son, le da la magia que te lleva a querer volver. Pues eso......ya pensando en la vuelta.... Gracias Dentalcoop!!!! Dra. Viviana Morales
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Etiopía 2012

Nuestro viaje a Etiopía comenzó mucho antes de Agosto de 2012, concretamente un año antes. Los doctores Elena Guzmán, Ana García Zariquiegui, Manuel Otero y Laura Curiel nos conocimos en India, en un proyecto de cooperación odontológica y enseguida supimos que queríamos seguir viviendo veranos como ese, así que antes de volver, tuvimos claro que nuestro siguiente destino sería el continente africano. Al entrar en contacto con Dentalcoop, nos ofrecieron diferentes destinos y elegimos Etiopía porque era un proyecto nuevo y uno de los países que más nos atraía. Dedicamos el año entero a preparar el viaje, vacunas, billetes, visados, inventario de instrumental, medicamentos… Tocamos todas las puertas que pudimos para conseguir donaciones de cepillos, pastas, medicación, materiales. Las maletas ya sobrepasaban el peso permitido por la compañía aérea cuando decidimos terminar de rellenarlas con globos, caramelos, pinturas y lapiceros para los niños que suponíamos nos íbamos a encontrar. Lo primero a lo que tuvimos que acostumbrarnos al llegar a Etiopía fue a armarnos de paciencia para conseguir cualquier cosa, desde sellar el pasaporte, hasta pedir un café en un hotel de cualquier sitio turístico. El ritmo de vida es muy tranquilo y aunque la gente tenga que estar esperando más de lo que nosotros consideramos debido, nunca se quejan y siempre tienen una sonrisa en la boca. No pudimos estar mejor atendidos durante las semanas de trabajo que con las Hermanas de la Caridad, tanto de Mekele, como de Alitena, donde estaba el hospital en el que trabajamos. En concreto Sister Desta y Sister Bisrat estuvieron en todo momento pendientes de que no nos faltara nada. Alitena es un pueblo en el que gracias al esfuerzo de ellas se ha conseguido construir una escuela infantil y un hospital. También está en marcha una casa para adolescentes. Antes de todos sus proyectos sólo era monte de piedras en la frontera con Eritrea, burros, gallinas y niños saltando en el río. El trabajo en el hospital fue duro desde el primer momento. Los primeros días los tuvimos que emplear en montar el gabinete dental ya que fuimos el primer grupo de voluntarios en trabajar en la nueva sala que habían preparado. Tenían una farmacia muy bien surtida, pero los trabajadores más cualificados sanitariamente eran dos enfermeros que, aunque se desvivían por atender a los pacientes que llegaban, necesitaban muchas veces la asistencia de un médico. Al final, atendimos a muchos más pacientes de los que teníamos previsto, gracias también a la ayuda de nuestro enfermero Solomon, que organizaba a la gente, rellenaba las historias clínicas, traducía las dudas y la explicación de cada tratamiento, y dispensaba la medicación que le indicábamos. En el trabajo se multiplicaba la dificultad con los escasos medios que teníamos, la luz se iba cada dos por tres, el agua era un bien preciado e insuficiente y la mayoría de los pacientes acudían a la consulta desde lejos, caminando y sin haber comido en varios días. Pero el agradecimiento y las sonrisas de cada una de los personas que atendimos, compensaban los apuros que surgían. Además, durante el trabajo, disfrutábamos de la compañía de los niños del pueblo que nos hacían reír y ser plenamente conscientes de que la felicidad que nos aportan todos los bienes materiales de los que allí carecíamos, no es la verdadera felicidad. Se nos hizo corto y si de nosotros dependiera, seguiríamos allí, diciéndole a nuestro enfermero favorito desde la ventana del gabinete: Solomon, next please!! Ya estamos preparando la siguiente aventura… Laura Curiel
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Moldavia 2012

En este país se nos abren formas nuevas de trabajo solidario. Estamos ante un país, unas personas que son diferentes de lo que conocíamos hasta ahora. Moldavia es un pequeño país del este de Europa. Linda con Rumania por el oeste, y queda englobado por Ucrania, que lo limita al sur, al este y al norte. Antigua republica soviética, sus habitantes y cultura son históricamente rumanos. El reino en épocas remotas se conocía como Besarabia, y abarcaba una extensión mucho mayor. Como consecuencia de la época soviética, una minoría muy significativa de sus habitantes es ahora de etnia, lengua y cultura rusas, lo que represente una tensión a la hora de definir su identidad nacional. De hecho la parte este de su territorio, después de un reciente conflicto armado,  ha proclamado una independencia de hecho no controlada ni reconocida por su gobierno. Tiene una extensión como de la mitad de Cataluña, y unos tres millones de habitantes. Es un país que desde el punto de vista paisajístico también recuerda  al nuestro, en su parte central. Suavemente ondulado, pocos bosques, totalmente cultivado. Abundantes pueblecitos pequeños, de hecho es un país de población mayoritariamente rural, y la agricultura es su actividad principal. Las ciudades que he visitado, Balti, donde está la consulta, y Chisinau, la capital, son ciudades cálidas, de casa más bien bajas, las antiguas con un regusto austrohúngaro, las soviéticas son bloques generalmente de no más de 4 pisos y con espacios amplios entre ellos, calles y arboles, céspedes, arbustos ajardinados. Parques preciosos. En general es un país donde se palpa la pobreza. Las carreteras están mal cuidadas, hay poco tráfico, las casas están deterioradas… La iniciativa de este centro de Dentalcoop en Balti parte de una comunidad rumana cristiana pentecostal de España. En especial su promotor es mi buen amigo David Nae. La iglesia en cuyas instalaciones se sitúa la consulta ha sido desde hace años apoyada por nuestro hombre. Mi relación con todo este grupo, el pastor, David, mi enfermera Nelly, que me ha acompañado, los miembros de la iglesia de Balti, otros voluntarios de estados unidos de la misma confesión con quienes he coincidido en este viaje, podría decir que ha sido excepcional. Es difícil encontrar un grupo de personas más cálido, acogedor, educado, sensible, de una corrección exquisita en el trato, y al mismo tiempo de una extraordinaria  seriedad, competencia, eficacia y formalidad en la acción. Este capital humano del país permite disponer de unas instalaciones de nivel europeo, de una asistencia técnica del mismo, o mejor, calidad y nivel que aquí en casa. Podemos tener también confianza plena en el mantenimiento y en la gestión de la clínica. Y además el paciente es una persona con interés por su salud dental, capaz de apreciar y distinguir una restauración correctamente realizada, y por supuesto, colaborador en el mantenimiento. Además, delicada y tiernamente agradecidos. Todos estos factores configuran un proyecto diferente de los otros que tenemos entre manos. La idea es potenciar una clínica con un nivel de asistencia equivalente al que practicamos normalmente en nuestro país, clínica que funcionara continuamente porque cuentan con un dentista y una enfermera del país contratados por la comunidad. Donde  nuestro papel es de apoyo con el suministro de materiales y equipamiento más el refuerzo asistencial puntual de nuestros voluntarios desplazados, que supondrán también un refuerzo en la capacitación y formación técnica del personal  nativo. Se pretende que la clínica sea económicamente autosuficiente, de modo que parte de la actividad sea de pago por parte de aquellos pacientes que dispongan de medios económicos. Esto permitirá atender sin coste a las personas sin recursos que son nuestro objetivo principal. Contamos también con la participación de voluntarios italianos, incluso es posible que lleguemos a realizar cursos prácticos de formación en aéreas especializadas como por ejemplo, implantologia abiertos tanto a nuestros profesionales como a dentistas italianos. Aquí es posible este nivel de trabajo inconcebible en áfrica ya que es factible realizar prótesis en el país y es realista contar con una buena  colaboración en el mantenimiento por parte del personal fijo de la clínica y por parte del paciente. Aun nos falta una batida por los laboratorios de prótesis locales para encontrar el socio adecuado. Para acabar dos elementos más: el clima en agosto es de balneario. Entre 15 y 25 grados, seco, continental. No hace ni frio ni calor y se duerme de maravilla! Y los precios son africanos, un paquete de tabaco 1€ por ejemplo. Billete de avión unos 350€    (bueno, esto no es africano, es la mitad que a otros destinos) El alojamiento en el edificio de la iglesia perfecto, limpio y confortable, una cocina de calidad… Un destino tranquilo para quien necesite un descanso, o su edad o salud desaconseje los rigores de otros países, je, je. O si se dispone de poco tiempo y no se amortiza el gasto del avión de nuestras  bases en Africa
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Senegal – Abril 2012

Con África en el corazón Somos un grupo de voluntarios de diferentes lugares de España, entre los que predomina la profesión odontológica, aunque el denominador común son las ganas desinteresadas de ayudar. En años anteriores, hemos compartido esta tarea en Burkina Faso, y en esta última ocasión nuestro destino fue Senegal, de la mano de Dentalcoop, que tiene allí una infraestructura permanente gracias a Jaume Gamell, Jack como lo conocen en Senegal, un catalán asentado en la región de Casamance que dirige una ONG, que se llama Catalunya-Casamance y que dispone de una escuela  de alfabetización de adultos la cual realiza una labor extraordinaria entre la población. Maneja con muy buen tiento esa infraestructura, puesto que con mucha habilidad te saca de cualquier tipo de problema que pueda presentarse y sin parpadear, pasa de hacerte una paella senegalesa o una fideuá a la Kafountina.  Es de destacar su habilidad para pasar los controles policiales, muy frecuentes, en el trayecto que va desde Banjul a Kafountine. Nuestro viaje, no se inició muy bien, tanto por los problemas de Spanair que nos llevaron hasta Bruselas para bajar hasta Guinea y subir hasta Senegal, más de diez horas de viaje, como por los problemas aduaneros que se nos presentaron, por la gran cantidad de material (casi 250 kg.) y de medicación (cerca de 30.000 dosis entre antibióticos y antiinflamatorios) que llevábamos y que llamaba ostentosamente la atención. No obstante, esta sensación poco positiva del viaje, cambió totalmente de rumbo  con la aparición de nuestro entrañable amigo Jack, que nos sacó de todos los atolladeros y nos mostró el lado más humano y entrañable de una población que a pesar de  lo poco que tienen son felices y te agradecen con creces cualquier mínimo detalle. Tanto es así que no creo que a nadie le importara el hecho de que después de las horas de vuelo que tuvimos para llegar a Gambia,  tuviéramos que esperar hasta que se reemplazó el coche que nos llevaba hasta Senegal. Este hecho nos brindó la oportunidad de conocer una fiesta en honor a una pareja de novios que se casaban y estaban celebrándolo según las costumbres del país. Como éramos 17 voluntarios, nos dividimos en tres grupos: uno se dirigió a Kafountine, capitaneado por el Dr. Gabriel Navarro, con  dos dentistas más (Elena García y Rafael Gómez), una higienista (Mari nieves Ortega), una estudiante de 5º curso de la Universidad Europea de Madrid (Carla Navarro) y dos ayudantes que además de realizar las funciones de auxiliares hicieron de tesorera (Imma Larrocha) y el reportaje fotográfico  por una estudiante de Audiovisules (Ana Gómez).  Otro grupo se dirigió a Diouloulou capitaneado por el Dr. Jaume Verdera, con otro dentista (Marta Ortiz) y una higienista (Johana Posadas). Un tercer grupo se dirigió a Thionk-Essyl capitaneado por el Dr. Germán Rubio, junto a tres dentistas mas (Rocio Aicart, Jorge Boix y Sara Guasch), una higienista (Rosa Tartiñá) y un voluntario (Jorge de Sicart). En este último grupo también se contó con el apoyo logístico de una cirujano que conoce bien el hospital de Thionk-Essyl, Teresa Selles. En Kafountine, nuestra vida y la de sus ciudadanos, se desarrolló junto al mar, pero entre el polvo de una gran carretera. Teníamos un dispensario con tres sillones en funcionamiento, bueno había dos que subía y bajaba el sillón. Con nuestro compresor fuimos capaces de hacer algo más que extracciones, puesto que hicimos limpiezas y obturaciones, aunque por problemas de tensión eléctrica no pudimos hacer las que hubiéramos querido hacer. En este lugar tuvimos tres grandes apoyos para atender a sus habitantes, primer lugar nos ayudo un compañero dentista Isidoro que venía de la Universidad de Dakar, que de forma desinteresada nos ayudó en la tarea de extracciones de dientes. También nos ayudo como apoyo de idioma y como auxiliar un alumno destacado de la escuela de alfabetización llamado Constance, quien mostró mucho interés en la profesión dental ayudándonos a pie de sillón y traduciendo los idiomas locales diola y wolof.  Es de destacar la extraordinaria labor que realizó Michelle, quien también vivía con nosotros en el centro de alfabetización de adultos de Kafountine, que con su francés natal y con su personalidad, consiguió que todos los pacientes pudieran tomar la medicación que le mandábamos de forma adecuada y nos ayudo muchísimo también en la organización del paso de los pacientes, así como la traducción de lo que nos contaban los pacientes y que no siempre éramos capaces de comprender. A Diouloulou teníamos que desplazarnos diariamente el grupo asignado, donde disponían de un sillón dental, mas otro portátil que llevamos nosotros y que nos fue de gran ayuda. El jefe sanitario de la región, el Dr. Malomar y el jefe de odontología de de Diouloulou el Dr .Pap Jassey, estuvo encantado de recibir nuestro apoyo humano y material con la medicación que pudimos aportar y con quien fue fácil entablar una muy buena relación profesional y de amistad. Ya nos habían dicho que la variedad gastronómica del lugar era el arroz con pescado o bien el pescado con arroz y tenemos que decir que estaba riquísimo. Hay que decir que después de las horas de trabajo, todo estaba buenísimo. Nuestras cenas sorpresa, preparadas por Jack con los alimentos locales y un toque personal de él mismo, en el jardín del centro de alfabetización suponían una puesta en común después del agotador día de trabajo. Nos alegraba mucho ver que la población local agradecía nuestra estancia invitándonos a las múltiples fiestas “Jambee” que organizan muy frecuentemente, cargadas de ritmos étnicos y llenas de color. Nos invitaban a tantas que teníamos que decidir a cual íbamos. Nos llamó la atención el interés que despertaban nuestras compañeras rubias entre la población masculina. Gracias a la sonrisa amable de alguna de nuestras compañeras rubias, se suavizaron algunos de los múltiples controles de carretera por los que pasamos. También nos llamó la atención que cuando se referían a nosotros nos llamaban “tubab” aunque no llegamos a saber lo que quería decir...
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Camerún 2012

En la oscura madrugada del 5 de agosto de este año, aterrizamos en Yaundé, la capital de Camerún, un grupo de odontólogos voluntarios en representación de la ONG Dental COOP. El grupo estaba formado por Maider Porrua de Donostia, Marta Juan de Ibiza, Laia Roig de Barcelona, Paula Verdaguer de Barcelona, que estudia medicina y fue a Camerún para realizar una investigación para la Fundación Recover, y yo mismo, Martín Davico, argentino afincado en Barcelona. Después de recoger las maletas y esperar en el aeropuerto, una ambulancia nos pasó a buscar para llevarnos al Centro Hospitalario Saint Martin de Porres de Yaundé. Horas más tarde nos trasladamos nuevamente hacia un pequeño poblado llamado Djunang, en el oeste del país, donde trabajaríamos durante dos semanas en el Centro Hospitalario Saint Dominique. Desde el mismo instante en que salimos del aeropuerto comenzaron nuestros primeros asombros: la gran cantidad de gente corriendo por las calles a las cinco de la mañana (en Camerún aman el deporte y a Samuel Eto'o), una nube de grandes pájaros que volaban en un total desorden (inmediatamente el chofér de la ambulancia nos aclaró que eran murciélagos) y la precariedad general, repetida incansablemente por todo el país, que se podía ver en el estado de las casas, los caminos y en todas las cosas, miraras donde miraras.. El largo viaje a Djunang por las peligrosas carreteras, fue una auténtica excursión hacia el Camerún profundo. Si bien buena parte de los cameruneses son católicos o musulmanes, las grandes y coloridas pancartas que atravesaban las carreteras anunciando los funerales nos recordaban que el Animismo sigue vigente en esta parte del África. Se sucedían los mercados de frutas junto a las rutas atestados de gente, moto-taxis que transportaban tres o cuatro personas (nunca vimos a nadie llevar un casco), destartalados autobuses que se detenían por escasos segundos en los mercados, y grupos de niños con cestas en la cabeza que se acercaban corriendo para vender a los pasajeros pequeñas bolsas de cacahuetes, racimos de bananas, exóticas frutas y alimentos dudosos para nuestra inmensa ignorancia. El lunes 6 de agosto comenzamos a trabajar en la rudimentaria consulta dental del Centro. La sala tenía un viejo sillón donde podíamos hacer empastes ("plombes" como decían los locales y como acabamos diciendo todos) y endodoncias. Había además una antesala donde hacíamos las primeras visitas y las extracciones. La jornada de trabajo comenzaba a las 8.30 y a veces se extendía hasta las 20.00. Solo hacíamos una pausa durante el mediodía cuando nos acercaban la comida desde el comedor del Hospital. La acumulación desorganizada de pacientes en la sala de espera hizo que al tercer día de trabajo la doctora Roig solicitara, con cierta impaciencia, hacerse cargo de la organización de la agenda. Con la determinación de un boy scout tomó un papel, trazó un par de líneas, e improvisó una agenda que se fue llenando de impronunciables nombres africanos. "Para mí el orden es fundamental" confesó, y su iniciativa mejoró la eficacia de nuestro trabajo y de su propio ánimo. La doctora Maider Porrua, que no había dudado ni un segundo en sacar el billete con destino a Camerún cuando supo que podía conocer África trabajando como odontóloga, se dedicó principalmente a realizar endodoncias con el equipo rotatorio que había llevado, y trabajó incansablemente. Nunca le molestaron las prácticamente diarias precipitaciones de la estación de lluvia de Camerún. "En Euskadi llueve de verdad", comentó una tarde mientras mirábamos caer el agua. Tal y como nos habían solicitado el primer día de haber llegado a Djunang, el jueves 9 de agosto fuimos a atender a los presos de la penitenciaria de Bafoussam, la ciudad más importante de la zona, situada a unos cinco kilómetros de Djunang. En las antesalas de la cárcel tomaron nuestros datos y nos dieron la lista con los nombres de los casi sesenta presidiarios que necesitaban ser atendidos, encabezada por un tal Napoleón y seguida por un tal Elvis. "No se detengan a hablar con nadie y caminen recto", dijo el guardia que nos escoltaba. La súbita experiencia de atravesar el patio de la prisión donde se arremolinaban cientos de presos fueron los 45 segundos más intensos de todo mi viaje. Junto al mismo patio de la cárcel había un salón sin puertas donde se dispusieron dos sillas y una mesa para colocar todo el instrumental que habíamos llevado. Una monja polaca, quien había solicitado nuestra colaboración en esta misión, se encargaba de darles a los pacientes antibióticos y analgésicos, una vez se los había atendido. Ni la dureza del hueso de los maxilares, ni el gran tamaño de las raíces de los africanos impidieron que la recién licenciada en Odontología, Marta Juan, realizara extracciones incansablemente como cualquier otro dentista experimentado: "Yo no me estreso" decía. ¡Y ciertamente nunca se estresaba! "No es lo mismo levantarte a las cuatro de la mañana para asistir una cesárea en Madrid que levantarte para lo mismo a las cuatro de la mañana en Camerún, cuando sabes que eres el único médico en varios kilómetros a la redonda", nos comentaba Borja, un médico madrileño que lleva tiempo en Yaundé. Sin duda, esa era para nosotros una de las satisfacciones, comprobar que nuestra presencia garantizaba tratamientos para la gente que de otra manera no los podría recibir. Y quizás el arduo trabajo de atender a una niña que llora por miedo a "la aguja" demande un esfuerzo personal insignificante si se tiene en cuenta que tu intervención puede ser una oportunidad única para ella. O mejor todavía, nuestro trabajo estaba desinteresadamente al servicio de otra persona y lo hacíamos con ganas, lo que te hacía sentir íntimamente más íntegro como ser humano y que contribuíamos a hacer más digna nuestra profesión. Los días tomaron ritmo y nos fuimos naturalizando a nuestro nuevo entorno y estilo de vida en el África olvidada. Los niños de Camerún por todos lados, la gente que te miraba y se reía por la curiosa presencia de un "blanc", el canto de nuevas...
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Entansekera (Kenia) – Agosto 2011

Este verano, junto a mis hijos, Diego (odontólogo) y Germán (protésico), y una amiga, Eva (también protésica), hemos emprendido un viaje hacia un lejano sitio, que ha quedado grabado en nuestros corazones para siempre: Loita, Community Health and Education Centre Entasekera. Kenia. Nuestro valedor, DentalCoop, fue quien nos invitó a vivir esta experiencia. Llegamos el 8 de agosto. Una mujer maravillosa y entregada, la Dra. María Schiestl, directora del Hospital, nos recibió con esa sonrisa que nunca se borra de su rostro. Recorrer los 280 km desde Nairobi a Loita nos supuso 7 hs. Eso da la pauta de los caminos que transitábamos. Llegamos al poblado inmerso en territorio Masai. El día 9 comenzó nuestra labor. Desayunábamos y a las 8 ó 9 de la mañana comenzábamos la tarea de manera continuada hasta las 18 hs en un sillón odontológico y una camilla médica. La sala de espera no dejaba de estar llena continuamente. Personas que venían de muchos km de distancia. Este año, María dijo que venía gente de 45 km de distancia!!!! Ella lo atribuía a los teléfonos, puesto que los Masai ya cuentan con ellos. Visitamos a 130 pacientes pero al 5º día comenzó a fallar el sistema de aspiración y al 6º el compresor dejó de funcionar. María, Diego, Germán, Michael, y otros intentaban encontrar el desperfecto pero no fue posible. Fue tremendamente frustrante, tener que hacer extracciones, protecciones o prótesis…….nada más. Pero María nos dijo “Hakuna Matata”………….y era así, “Esto es así, esto es África”. De todas maneras recuperamos el entusiasmo…………..y volvimos con las maletas llenas de ilusiones cumplidas, de sonrisas gratificantes y agradecidas y mucho cariño. Animaos………….verán que no se arrepentirán. Dra. Marta Barrera Hanusova Dr. Diego Mariño Barrera Germán Mariño Barrera Eva Comallonga Casas
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