Dentalcoop

Moldavia 2013

En una de mis rutinarias visitas a IOB, el Dr. Alberto Pérez-Porro me comentó que Dentalcoop estaba llevando a cabo un proyecto dental en Baltî, una ciudad del norte de Moldavia, y me sugirió emprender una nueva aventura con él; el destino de este año iba a ser Europa del Este. La primera parada fue Viena, dónde me esperaba mi amigo el dentista Andrea Tinti. Decidimos pasar nueve horas en la ciudad que inspiró a Mozart… Gajes de viajar con low cost. Habiendo dejado atrás tierras austriacas, pisamos terreno ex soviético, dónde completamos el equipo de bata blanca formado por la Dra. Ana Moreno, malagueña, Andrea, italiano, y Alberto y yo, de la ciudad condal. Moldavia es ese escondido y olvidado rincón de Europa del Este que uno no sabe exactamente dónde ubicarlo. Pues bien, ese desconocido tiene como vecina a Ucrania al oeste y a Rumania al este, de la que formaba parte hasta la ocupación soviética. Declaró su independencia en 1991, como parte de la disolución de la URSS. Por ello aún se pueden apreciar matices de su influencia comunista. La primera mañana de trabajo la dedicamos a la organización y puesta punto del gabinete. Allí nos esperaba Alina. La auxiliar que todo dentista desearía tener en su consulta. Servicial, cuidadosa, con gran capacidad de organización y habilidad para compaginarse con el clínico. Los lugareños habían realizado una tarea excelente con la construcción de la clínica, gracias al material subministrado por Dentalcoop. El material y las instalaciones se encontraban en muy buen estado. Nos llamó especial atención algunos de los materiales de los que disponíamos; se trataba de productos que incluían componentes momificantes como arsénico y otras sustancias tóxicas propias de la practica dental de estilo ruso. Los gestos hablaban por nosotros, ya que el hándicap lingüístico de que los pacientes no hablaran inglés dificultaba la comunicación.  No obstante, Google Translator nos ayudó en mas de una ocasión a mantener breves conversaciones. El idioma principal es el rumano, que se diferencia del moldavo por la fonología. Su cercanía al latín lo convierte en un una lengua intuitiva y levemente comprensible. Muy similar al italiano y al español en cuanto a vocabulario. La respuesta de los pacientes después de cada tratamiento era gratamente satisfactoria, muy correspondida y siempre acompañada de un God bless you. La diversidad fenotípica moldava es el fruto de la combinación racial que, durante el régimen comunista, surgió a partir de la mezcla de poblaciones germana, turca, rusa, rumana, ucraniana y parte del territorio báltico. Este cóctel genético da como resultado estereotipos físicos distintos; la piel blanca y el pelo oscuro revela posible descendencia rusa o báltica, mientras que la piel oscura tiene procedencia turca o es de cepa gitana. El sueldo medio moldavo oscila entre 50 y 100 euros mensuales, lo que le convierte en el país más pobre de Europa. Un leu moldavo equivale a seis céntimos de euro. Los inviernos llegan a ser una auténtica pesadilla para la mayoría de los habitantes, que no tienen ni para calefacción. El centro donde trabajamos acoge a huérfanos y algunas de las huéspedes más jóvenes habían sido producto del tráfico de blancas con fines de explotación sexual. Su asustadiza y temerosa actitud les delataba. Eran extremadamente reacias al mínimo contacto de los hombres. La iglesia tiene el papel de reeducarlas y reintegrarlas en la sociedad. Cruzando la calle se encuentra la taberna Noroc, rincón donde nos premiábamos por el trabajo con una variedad de cervezas nacionales y de importación. En mas de una ocasión dejamos el estrés en las cenizas de un narguilé, poniendo punto y final a la jornada. El viernes fuimos invitados a cenar a casa de la doctora que trabajaba con nosotros. Empezamos abriendo boca con deliciosos entrantes que ella misma había preparado y brindamos con vino Chianti. Todo iba rodado hasta que se presentó el marido ex militar de la doctora, que rompió con la paz i la armonía con la que habíamos convivido hasta entonces. Su castigado aspecto hablaba por sí solo: una barriga descubierta de gran envergadura le separaba de la mesa, tenía la mirada perdida y dejaba escapar un embriagador olor etílico que hacía honor a la fama del cliché ruso. Bajo un progresivo estado de embriaguez, nos sorprendía con anécdotas y cantaba a pulmón al mas puro estilo ruso, mientras se metía entre pecho y espalda todo lo que podía de whisky, destilado en el sótano de su casa. Llegó el fin de semana, y Calvin, el pastor, nos llevó a un pueblo gitano a una hora y media de Baltî. Nos adelantó que no habríamos visto nada parecido. Y así fue; se trataba de una caótica macedonia de ostentosidad y falso lujo que acababa con cualquier esquema arquitectónico. Fingían ser pequeñas mansiones decoradas con descarados elementos como columnatas con engañoso estilo corintio o capitolios, nada más lejos de la elegancia y el buen gusto. Los habitantes del pueblo eran gitanos que habían, acumulado grandes riquezas en Rusia, para volver en forma de ‘nuevos ricos’. La próxima parada fue a orillas de un lago, donde disfrutamos de una sabrosa carpa acompañado de mamaliga, una genuina receta moldava a base de maíz que seguía la exquisita línea gastronómica con la que hasta ahora nos habían deleitado. Atardecía y, habiendo cargado las pilas, retomamos el camino a casa. El defectuoso estado de las carreteras imposibilitaba el descanso, lo cual brindaba la posibilidad de admirar una estampa típicamente campesina: las vastas llanuras de trigo y girasoles que cubrían las valles hasta donde alcanzaba la vista. Era domingo, día de celebración en toda la comunidad cristiana. El movimiento protestante vive la fe de un modo más liberal. Una alternativa alejada del tradicional ritual católico; el lugar del órgano lo ocupa una batería y un piano eléctrico y todos los presentes son protagonistas del jolgorio; bailan, aplauden y alaban la palabra del Señor a través de animada música cristiana. En la parte final de la misa todos los devotos cierran los ojos y rezan en voz baja. El oír cientos...
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Haití – Mayo 2013

Cuando por casualidad te cruzas la mirada con un haitiano, la sostiene, y si tú no la apartas, sonríe. Hemos encontrado Puerto Príncipe (PaP), tres años después del terremoto, reconstruido cosméticamente. No vemos los edificios derruidos, plegados inverosímilmente, del momento inmediatamente posterior al terremoto. No hay montones de escombros apilados en las calzadas. No hay tiendas de campaña ocupándolas. Un paseo mas detenido nos ha revelado los barrios de chabolas cronificados (aun 300.00 personas sin vivienda), los vertidos de aguas fecales al descubierto, las basuras amontonadas por todas partes, las  calles sin asfaltar… Se han construido muchas viviendas aparentemente correctas pero donde viven hacinadas en dos o tres habitaciones familias de 10 o mas personas. Con los consiguientes problemas de violaciones, de inseguridad, de violencia. Haití sigue padeciendo su problema endémico de pobreza, desgobierno, y corrupción rampante. En este viaje nos hemos desplazado tres dentistas, Fadi, Cristian y yo mismo. Junto con un técnico, Olivier, y un traumatólogo Javier Trencs. El objetivo era doble. Por un lado nuestro proyecto de clínica dental, ubicado en las instalaciones de una ong norteamericana (Food for the Poor), y por otro el taller de prótesis para amputados S. José controlado por la orden religiosa de Jesús Maria, bajo la dirección de la hermana Isa Sola (www.projectehaiti.com).  Ella es también la directora de nuestro proyecto dental. A pesar de las difíciles condiciones del país, el factor humano, la gente, aquí, es de gran calidad. Muy dignos, serios, tímidos con los blancos, pero calidos en cuanto se abren, en cuanto comprenden la actitud de entrega y de solidaridad de quienes acudimos con buenas intenciones. Sin prepotencia, sin soberbia, uno más a su lado. El viaje fue impecable, sin retrasos, sin perdida de maletas. Llegamos desde Barcelona a Sto. Domingo sábado por la tarde, con escala en Madrid. Contamos con la acogida cariñosa de las HH. Concepcionistas, donde descansamos esa primera noche. Al día siguiente aun tuvimos tiempo de hacer un paseo turístico por la zona colonial de Sto. Domingo y tomamos el vuelo a PaP el domingo por la tarde. Nos recibió la HH. Isa y tomamos posesión de las habitaciones donde nos alojamos  durante los siguientes días. Fadi y Cristian se desplazaron el lunes en coche al norte de Haití, a  una población llamada Jean Rabel, donde la misma congregación de Jesús Maria desarrolla otros proyectos. Podréis leer los detalles en su crónica. El dispensario esta dentro del complejo de Food for the Poor, básicamente un almacén de suministros que llegan desde EEUU. Fortificado, dado el nivel de inseguridad de PaP. Un pequeño ejercito de guardias armados, torres de vigilancia… Reconfortante. El estado en que encontramos la clínica era lamentable. Un equipo no funcionaba en absoluto, el otro carecía de luz, la aspiración  no funcionaba, las turbinas estropeadas… Olivier quedo unas horas en estado de trance, quieto, pálido, sin saber por donde empezar. Cuando recupero los sentidos pidió un enchufe múltiple y se paso las siguientes 4 horas maldiciendo hasta que se lo trajeron.   Mientras tanto íbamos trabajando. Con Marie Rose y Mirlanda, dentista haitiana y enfermera respectivamente. Sorprendentemente, el estado general de las bocas era bastante bueno. Nada que ver con el panorama que estoy acostumbrado a afrontar en Guinea. En algún momento pude comprobar que a los pacientes que esperaban, para las demás especialidades del centro (pediatría, ginecología, medicina general) se les daban charlas de educación en salud dental, y salían provistos de hilo dental y colutorio. Enorme, made in USA Esta claro que la base de un proyecto útil es la continuidad que solo pueden darla las personas del país. En este caso tengo que felicitar efusivamente a Marie Rose y Mirlanda por la excelente labor que están realizando. Y sin medios. No se como han podido hacer tantos empastes en esas condiciones. Chapeau Volviendo con Olivier, durante estos días ha conseguido milagrosamente que todo funcione. Hay luz, hay aspiración, el modulo del gabinete pequeño tiene aire y agua, en el equipo principal hay aire y agua en la jeringa,  y la turbina funciona, sin agua. Hay aspiración en ambos equipos!!! En realidad el equipo principal lo hemos dejado fijo en una posición buena de trabajo y calzado en unos bloques de cemento. No se mueve. El ultrasonidos lo hemos sustituido por uno que trajimos con nosotros y tengo aquí ahora el sistema de disparo de los Rx para ver si se puede arreglar. Mas varias turbinas. No ha sido una semana de trabajo intenso, entre otras cosas porque Olivier estaba todo el rato interrumpiendo. Y el Dr. Trencs también, cuando acababa de pasar visita en el centro de amputados. La luz arreglada gira sobre una rotula de prótesis femoral... No ha enyesado los brazos del sillón por milagro. Creo que Cristian y Fadi han compensado desdentando todo el norte del país. Sin embargo queda una gran confianza en el funcionamiento de un servicio que no depende de nosotros, y que además hace altamente rentable la ayuda técnica que podemos proporcionar. Gracias a Isa, Marie Rose, Mirlanda y madame Michele de Food for the Poor Vale pena ir a Haiti. Vale la pena conocer y colaborar con estas personas, vale la pena luchar con los haitianos por un mundo mas justo. PS. Acabo de ver las fotos de Olivier que, al quedarse una semana mas ha podido ir a la playa. Lo veréis retozando en las aguas azul turquesa del Caribe. Sin un solo turista en la arena, que se pierde en el horizonte. Después arregló el taller de prótesis. Alberto Perez-Porro DENTALCOOP
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Kafountin (Senegal) – Febrero 2013

Después de mi primera reunión con el Dr. Pérez Porro y Gloria de Dentalcoop, decidí con seguridad realizar el viaje que había soñado desde hacia tiempo. La ayuda y el apoyo incondicional del Dr. Gabriel Navarro Soto, comentándome sobre su experiencia anterior, y colaborando en todo lo que necesitaba para mi cooperación, todavía me dio más entusiasmo. No era mi primera vez en África, Senegal, pero si para esta experiencia para la que partía sola, pero con mis maletas cargadas, aparte de medicación e instrumental, de una dosis de ilusión que superó con creces las expectativas. A mi llegada a Kafountine, la hospitalidad de Jack y su esposa Michel a cargo de la escuela de alfabetización, fueron la guinda que coronaba mi estancia. Siempre pendientes de todo y ofreciendo incondicional apoyo para lo que surgía. Una vez en el hospital había que limpiar y poner todo en orden y comenzaba el trabajo, con la ayuda inmejorable de Konstance, "Kons", para los amigos y la asistencia de Michel. Lo entrañable de sus habitantes no era nuevo para mí, pero como me gusta volver a sentir esa esencia propia de la gente africana. Sus miradas, sus sonrisas........esa felicidad en un mundo de carencias donde desaprendes a cada momento todas las malas costumbres del mundo de la abundancia.. El polvo de la carretera, el arroz, el pescado, sus pescadores...todos y cada uno de esos recuerdos se quedan grabados a fuego en el corazón, y hace que no quieras alejarte del todo. África atrapa.....y poder ofrecer tus manos trabajando de lo que te gusta y sabiendo lo necesarias que son, le da la magia que te lleva a querer volver. Pues eso......ya pensando en la vuelta.... Gracias Dentalcoop!!!! Dra. Viviana Morales
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Etiopía 2012

Nuestro viaje a Etiopía comenzó mucho antes de Agosto de 2012, concretamente un año antes. Los doctores Elena Guzmán, Ana García Zariquiegui, Manuel Otero y Laura Curiel nos conocimos en India, en un proyecto de cooperación odontológica y enseguida supimos que queríamos seguir viviendo veranos como ese, así que antes de volver, tuvimos claro que nuestro siguiente destino sería el continente africano. Al entrar en contacto con Dentalcoop, nos ofrecieron diferentes destinos y elegimos Etiopía porque era un proyecto nuevo y uno de los países que más nos atraía. Dedicamos el año entero a preparar el viaje, vacunas, billetes, visados, inventario de instrumental, medicamentos… Tocamos todas las puertas que pudimos para conseguir donaciones de cepillos, pastas, medicación, materiales. Las maletas ya sobrepasaban el peso permitido por la compañía aérea cuando decidimos terminar de rellenarlas con globos, caramelos, pinturas y lapiceros para los niños que suponíamos nos íbamos a encontrar. Lo primero a lo que tuvimos que acostumbrarnos al llegar a Etiopía fue a armarnos de paciencia para conseguir cualquier cosa, desde sellar el pasaporte, hasta pedir un café en un hotel de cualquier sitio turístico. El ritmo de vida es muy tranquilo y aunque la gente tenga que estar esperando más de lo que nosotros consideramos debido, nunca se quejan y siempre tienen una sonrisa en la boca. No pudimos estar mejor atendidos durante las semanas de trabajo que con las Hermanas de la Caridad, tanto de Mekele, como de Alitena, donde estaba el hospital en el que trabajamos. En concreto Sister Desta y Sister Bisrat estuvieron en todo momento pendientes de que no nos faltara nada. Alitena es un pueblo en el que gracias al esfuerzo de ellas se ha conseguido construir una escuela infantil y un hospital. También está en marcha una casa para adolescentes. Antes de todos sus proyectos sólo era monte de piedras en la frontera con Eritrea, burros, gallinas y niños saltando en el río. El trabajo en el hospital fue duro desde el primer momento. Los primeros días los tuvimos que emplear en montar el gabinete dental ya que fuimos el primer grupo de voluntarios en trabajar en la nueva sala que habían preparado. Tenían una farmacia muy bien surtida, pero los trabajadores más cualificados sanitariamente eran dos enfermeros que, aunque se desvivían por atender a los pacientes que llegaban, necesitaban muchas veces la asistencia de un médico. Al final, atendimos a muchos más pacientes de los que teníamos previsto, gracias también a la ayuda de nuestro enfermero Solomon, que organizaba a la gente, rellenaba las historias clínicas, traducía las dudas y la explicación de cada tratamiento, y dispensaba la medicación que le indicábamos. En el trabajo se multiplicaba la dificultad con los escasos medios que teníamos, la luz se iba cada dos por tres, el agua era un bien preciado e insuficiente y la mayoría de los pacientes acudían a la consulta desde lejos, caminando y sin haber comido en varios días. Pero el agradecimiento y las sonrisas de cada una de los personas que atendimos, compensaban los apuros que surgían. Además, durante el trabajo, disfrutábamos de la compañía de los niños del pueblo que nos hacían reír y ser plenamente conscientes de que la felicidad que nos aportan todos los bienes materiales de los que allí carecíamos, no es la verdadera felicidad. Se nos hizo corto y si de nosotros dependiera, seguiríamos allí, diciéndole a nuestro enfermero favorito desde la ventana del gabinete: Solomon, next please!! Ya estamos preparando la siguiente aventura… Laura Curiel
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