Dentalcoop

Primer Congreso de Dentalcoop

El sábado 22 de octubre se celebró en Madrid el primer congreso de Dentalcoop Fue una iniciativa del Dr. Ignacio Calatayud, uno de los primeros socios de Dentalcoop.     La intención era que pudiésemos tener la oportunidad de conocernos todos los socios y amigos La actividad de Dentalcoop se desarrolla con proyectos muy autónomos y con voluntarios de diversas procedencias. La comunicación suele ser via correo electrónico u otros medios, pero el contacto personal, a veces no se establece hasta que se llega al aeropuerto de salida, o en el punto de destino Esta fue la ocasión, magnífica, para vernos las caras. Se han presentado, de forma personal, experiencias pasadas y nuevos proyectos. También se concedieron una serie de premios como: mejor voluntario, mejor proyecto, mejor donante, etc. Todos previas votaciones de los que quisieron participar. La organización del evento fue espectacular! Llena de grandes y pequeños detalles y con muchas muestras de cariño y empatía por parte de las más de cien personas que estuvieron presentes. Y, al final, mucha fiesta!!! Esperamos poder ir celebrando otros
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Camerun – Agosto 2016

img { max-width: 600px;} El viaje comenzó con mucha ilusión y nervios no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar. Salimos del Aeropuerto del Prat en Barcelona, destino Yaounde capital de Camerún, la primera parada sería Casablanca en Marruecos, donde nos encontraríamos con las odontólogas Raquel y María José que venían de un vuelo procedente de Madrid. Al llegar a Casablanca tuvimos que recorrer el aeropuerto corriendo, solo teníamos 30 minutos para cambiar de avión, y qué sorpresa para nosotras al ver que ellas no se encontraban allí en la puerta de embarque como lo habíamos planeado, pensábamos que tendríamos que ir solas, llegaron al último minuto cuando ya estábamos a punto de embarcar, el encuentro fue genial, toda una aventura emocionante nos esperaba. El viaje duro 5 horas pero nos pareció corto aunque con bastantes turbulencias, en el avión nos sentíamos diferentes, la comida ya tenía éste sabor especial y característico africano, con la voz de fondo de la azafata hablando en francés y en árabe. Llegamos a Yaounde a las 3:00 de la mañana donde nos esperaba el equipo de Fridolin con dos coches, nuestras maletas se perdieron a la llegada pero todo se solucionó rápidamente. El lugar de acogida para los primeros días era una residencia religiosa, muy acogedora y limpia. Había muchos animales, era toda una odisea llegar a la habitación; Un día te encontrabas con pavos reales, otro día conejos, gallinas, cabras, así que de tanto vernos nos hicimos amigos de todos ellos. Al día siguiente Raquel y María José partieron a Guinea Ecuatorial a buscar el material, con el cual ya estabamos listas para empezar a trabajar. Así que partimos rumbo a Makak un pueblo remoto adentrado en medio de la selva de Camerún, nos trasportaba el alcalde en un coche automático y cómodo de primera categoría. El paisaje realmente era precioso, verde y frondoso, donde solo se escuchaba el ruido de la naturaleza. La noche era oscura y tranquila, se dormía muy bien. Empezamos a trabajar en un pequeño hospital, en el que había poco material pero con lo que habíamos llevado era suficiente. Contábamos con la ayuda de gente autóctona para poder agilizar nuestro trabajo. Estuvimos en varios pueblos trabajando, en cada uno fue una experiencia única y la gente fue muy acogedora. Al volver a Yaounde (la capital) nos llevaron a un hotel, donde hicimos bastantes amigos, todos eran amables, la cocinera, el guardia de seguridad, la recepcionista, en general los que estaban allí. En la capital trabajamos una semana, la alcaldesa nos proporcionó lo necesario para poder llevar a cabo el proyecto. Al haber mucho volumen de pacientes, nos enviaron personal sanitario local para asistirnos. Los pacientes fueron siempre muy agradecidos, nosotras intentamos al máximo que se sintieran lo mejor posible. Todo el tiempo Raquel y María José estuvieron muy atentas con nosotras, nos ayudaron en todo, siendo una experiencia inolvidable. El equipo de Fridolin nos hizo sentir muy cómodas en todo momento. En general todo en Camerún fue una experiencia nueva y positiva, la comida, los olores, los paisajes, la gente, la lengua, era todo diferente para nosotras, al final acabamos sintiéndonos como en casa. El hecho de poder ayudar a cientos de personas, hace que nos sintamos realmente satisfechas de nuestro trabajo, creemos que es muy importante y gratificante la colaboración de voluntarios en proyectos de salud bucodental. Estamos seguras que repetiremos la experiencia con Dental Coop, esperamos poder seguir ayudando muchos años más.
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Dentisterie en Territorie Créole (Jean Rabel, Haití.) – Agosto 2016

Miércoles 3 de agosto, 20:00. Aeropuerto Internacional Princesa Juliana. Nos despedimos del último atardecer desde el corazón del Caribe, la isla de Saint Martin, tomando rumbo a nuestro próximo destino: Puerto Príncipe. La terminal de llegadas obedecía al estrés rutinario del Aeropuerto Internacional Toussaint Louverture. Sumergidos entre el bullicio, nos encontrábamos Roger Porta, Lluís Vallcorba y yo, Marc Llaquet, en representación de DentalCoop, para el proyecto odontológico de Jean Rabel. Entre el flujo descontrolado de gente, vimos a un hombre que sujetaba un cartel que rezaba ‘Marc’ mientras movía un brazo para hacerse ver. Nunca antes nos había visto, pero intuí que entre los autóctonos no era muy difícil reconocernos: era hora de partir hacia el norte. Dejando que la noche nos envolviera, nueve horas nos alejaban de la capital haitiana mientras los kilómetros zumbaban bajo las ruedas del automóvil, zigzagueando entre los coches que adelantábamos y los que venían de cara.   Cada pueblo que atravesábamos mostraba el indicador habitual del paisaje haitiano: la venta ambulante. Entre griterío y bocinazos, se convierte en el común denominador de los tramos más civilizados. Fuera de los núcleos urbanos, el hombre se mueve en moto o en burro, transporte en alza en las zonas más rurales, mientras que la mujer se desplaza a pie, cargando con sus hijos, exhibiendo la estampa de una sociedad nómada y claramente machista del país más pobre de América. Un país cuya economía descansó en la esclavitud durante más de tres siglos. Prueba de ello se manifiesta con el idioma oficial, el criollo haitiano, un francés alterado por lenguas de África Occidental. El tono de la piel y las facciones negroides de los habitantes delata el alto porcentaje de esclavos africanos que representaba el país antes de proclamarse independiente, a principios del siglo XIX.   El sueño se rompía a las 6 de la mañana cuando los gallos imponían su presencia al silencio de Jean Rabel. Las mañanas tomaban forma en la cocina, donde nos esperaba Nazaret: el alma de una inagotable misionera movida por una vitalidad inagotable, escondida bajo la piel de una mujer de 76 años. Desde la Congregación Jesús María fue destinada en Bolivia durante dieciocho años, uno en Cuba y dieciséis en Haití. Ha creado alrededor de mil hogares y fundado seis escuelas, desde donde favorece la escolarización a través de becas y programas de alfabetización para adultos. Las temperaturas ascendían con la misma rapidez que avanzaba la mañana. De la misma manera lo hacía la cola de pacientes de la clínica, un centro odontológico con vistas al árido semidesierto desde todas las ventanas. La equipan tres sillones y material suficiente para realizar restauradora, periodoncia básica y exodoncias. La población rural haitiana presenta un alto índice de caries vestibulares y clases dos, producto de una dieta rica en azúcar, extraído de la planta que reina la flora del norte del país: la caña de azúcar. Habiendo finalizado la jornada laboral, tocadas las dos, una merecida y exquisita comida nos recibía en casa de Nazaret, compuesta de platos al más puro estilo caribeño como arroz con habichuelas, cabrito, tiburón, plátano frito o mango, el plato estrella.   Las partidas de cartas eran nuestro pasatiempo, mientras acechaba el desafiante calor del Sol de las cuatro, antes de explorar Jean Rabel. Un día fuimos a visitar el Hospital. El color verde de la fachada delataba el ambiente sanitario del edificio. Nada era moderno, nada parecía funcionar debidamente. Incluso la unidad de quirófano, decrépito y deteriorado. Resultaba curioso caminar por un lugar que debería estar aseado y estéril y tener la sensación de necesitar una ducha. A uno le hacía reflexionar como el Gobierno interceptaba las ayudas económicas que recibía desde todo el mundo. En una ocasión decidimos calzarnos las deportivas y salir a correr montaña arriba aprovechando los últimos rayos de Sol. Era interesante como reaccionaban los lugareños al vernos trotar por su territorio; los más pequeños nos señalaban entre gritos de ‘les blancs’, y los más osados se acercaban a saludar; otros, cobijados bajo los árboles intentando robarle unas horas a la noche, dibujaban rostros de incredulidad, en los que se podía leer: ‘estos blancos corriendo por placer. Que raros’. Por la casa de Nazaret han pasado más de medio centenar de voluntarios para echar su granito de arena y vivir de cerca la realidad de este país. Un país cuya esperanza de vida roza los sesenta años. Un país sumergido en la miseria que fue sacudido por un devastador terremoto en 2010, una de las catástrofes humanas más graves de la historia. El sismo fue perceptible en Jamaica, Puerto Rico y República Dominicana. Los habitantes de Jean Rabel también notaron el movimiento sísmico y fue cuando Nazaret intentó contactar con Puerto Príncipe, donde no obtuvo respuesta. Posteriormente, llamó a un amigo suyo que trabajaba en la Agencia Estatal de Meteorología de Estados Unidos, quien le contestó: ‘Nazaret, Puerto Príncipe está en llamas’. Dejó trescientos cincuenta mil muertos y un millón y medio de personas sin hogar, lo que despertó la solidaridad a escala mundial. Con estas líneas desearía reconocer el trabajo realizado por todos los voluntarios que han pisado este rincón de Haití, como el doctor Carlos García Soler y sus camaradas, que llevaron a cabo una labor excelente en el campo de la odontología. A Nazaret Ybarra, que por su atento servicio hizo sentirnos como en casa.
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Eko, Grecia – Mayo 2016

Viajamos desde Madrid vía Estambul, a Tesalónica. Desde allí, a una hora en coche, llegamos el viernes a las 8 de la mañana al campamento. Habíamos quedado con Nathan, nuestro contacto. Inglés. Encantador y eficaz. Un conseguidor nato. Lo que Kitronos Healthcare (su ong) nos había ofrecido, era pequeño para todo el despliegue que teníamos que hacer, así es que consiguió que MSF nos dejara una carpa  vacía. Allí instalamos todo. Llevábamos una clínica en módulos, que Jesús tardó en montar menos de una hora. Nathan nos puso un traductor inglés -árabe. Nos dio también todo aquello que le íbamos pidiendo: agua, sillas, alargador, bolsas de basura... El primer día vimos algo más de 50 pacientes. Los días posteriores menos, ya que se estropeó el agua de la turbina, y no pudimos hacer conservadora, que es lo que demandaban, dado que la mayoría tenían asistencia dental en Siria. El primer día se incorporaron con nosotros Sergi (dentista de Bcn),y Jordi. Venían con 1000 cepillos de dientes en el coche y con ganas de ayudar en todo: cocinas, almacén. Sergi hizo talleres con niños, de higiene oral Nuestro primer contacto con el campo de refugiados nos dejó impresionados. Eran personas bien alimentadas y vestidas, viviendo en tiendas de campaña alrededor de una gasolinera, en la carretera. El nombre del campo lo reciben de la gasolinera. Eko tiene unos 2200 habitantes. Son familias con las que te resulta fácil empatizar. Todos ellos desean recomenzar su vida en otro país, no importa cual, con tal de que no haya guerra. Son seres humanos a los que han agrupado y tienen retenidos en zonas que terminan en alambradas en la frontera con Macedonia. Es fácil saber la frustración e incluso el resentimiento que deben sentir. Estuvimos tres días entre ellos, que nos han servido para sentir sus penas como nuestras, y convertir su causa en la nuestra. Ojalá consigamos dar continuidad a esta ayuda: se la merecen Dra. Raquel Giménez de la Torre Dr. Jesús Murataya Contreras Dra. Isabel Pérez Cano
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Idomeni (Grecia) – Abril 2016

El contraste es brusco. Paisaje idílico, primavera en su apogeo, campos verdes, nuevos, salpicados de amapolas, cielo azul, aire cálido, seco, agradable….y el campo, Idomeni. Antes de llegar, controles policiales, correctos, pero muchas preguntas. Hay que enseñar documentación, titulo, justificante de la ong… Una extensión que no se abarca, 10.000 personas con la vía del tren y la catenaria como eje, en tiendas precarias. Sobresalen las carpas de las ONGS importantes, especialmente MSF. Aparentemente el ambiente es muy pacifico, la gente está en sus tiendas, tumbados, sentados, hablando, cocinando…los niños corretean, juegan, gritan. Gente paseando, muchos, muchos voluntarios de todo tipo y nación, afanosos o aburridos, con chalecos y siglas o con rastas y piercings. Empezamos nuestra ronda de contactos, buscando el centro médico de los bomberos españoles, la carpa amarilla, nuestro contacto, Bernat. No entro en detalles. Cuesta mucho encontrar a las personas, saber quién es el responsable, el que coordina, donde esta, y si esta! Vamos arriba y abajo, tratamos de comunicarnos en las zonas donde hay Wifi, Park Hotel, centro neurálgico del voluntariado, Eko Camp, otro campo pequeño instalado alrededor de la gasolinera Eko (hay baños y tienda; y wifi!) La impresión general es de caos organizativo y de total incertidumbre respecto al futuro próximo. Y vergüenza, vergüenza de nuestros gobiernos, de nuestra Europa y de nuestros pretendidos valores. Admiración por las personas, por los pequeños esfuerzos de tantos voluntarios, por la paciencia y la calma de los refugiados, muchos gente de clase media, educados, una bomba se les ha llevado su casa, la cámara de fotos de un niño que sueña con ser fotógrafo. Y compasión, infinita compasión. Después de una larga tarde, y una mañana del domingo, hemos conseguido tener las ideas medianamente claras de cómo organizarnos para el futuro envío de dentistas. Contactos establecidos, mails, teléfonos, planes de otras organizaciones… Las últimas horas de nuestra estancia, montamos una paradita y atendemos a las primeras urgencias. Gracias a un equipo de voluntarios libres, Víctor, de León, Thomas, de Hungría. Nos consiguen agua, barreños, mesas, sillas, jabón, lejía, y sobre todo, un lugar donde instalarnos. En medio de la calle, con un coro de gente jaleando, niños como moscas tocándolo todo, pero así podemos visitar casi 40 pacientes entre Viviana y yo. Mientras tanto, Quim, su pareja, está realizando un extraordinario reportaje. Es nuestro oído y nuestros ojos para perdernos por el campo, hablar con la gente, recoger testimonios e imágenes impactantes. Os esperamos, dentistas voluntarios. Poneos en contacto con Viviana, de Etnik Solidaria, o conmigo, Alberto Pérez Porro, de Dentalcoop
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Algo más que mil colinas – (Ruanda Octubre) – Noviembre 2015

Después de cuarenta y tres días de cooperación, me es muy difícil escribir unas líneas resumiendo la experiencia. Pero empecemos por el principio: me llamo Víctor Díez Alonso y me gradué en Odontología en Junio de 2014 por la UIC (espero pago por publicidad). Me decido a contactar con Dentalcoop para irme a Ruanda un mes y medio. ¿Por qué? No lo sé, me pica la curiosidad. Pronto se unen al proyecto Fernanda y Elizabeth, ambas latinoameriacanas residentes en Sevilla pero con más acento sevillano que latino aunque con más bachata en el móvil que flamenco. Dicho esto, tras conocernos día y medio en la ciudad condal, embarcamos hacia Kigali vía Doha, Qatar. Nuestro primer destino es el hospital de Murunda, al cual se llega tras cuatro horas de coche, la última hora por una carretera estilo turbomix quema-grasas como las de “La tienda en casa”. Este hospital es el de referencia del Distrito de Rutsiro y está en un pueblo de menos de 300 casas pero en medio de pura naturaleza. En nuestro alojamiento solo nos despierta la campana de la iglesia, el góspel ruandés y un cabrito, aunque éste, el sexto día dejó de molestar… estaba riquísimo! Los días avanzan, del caos pasamos al desorden, de una media ruandesa de 5-10 pacientes diarios pasamos a 17-25. Lamentablemente, más de la mitad de los atendidos son para extracción ya que hay muy poca educación oral, tan poca que nos lanzamos! Damos clases de cuidado oral en los colegios de primaria y secundaria de la zona. A parte de odontología y degustar cerveza caliente, también nos ha tocado ser técnicos del sillón dental y fontaneros (lo añadiré al currículum que adjunto al final del texto). A las tres semanas, cambiamos de distrito: Ngororero, dónde trabajaremos en el centro de salud de Rususa. Allí conocemos, por fin, a la Hermana Soline! Conocida por su gran envergadura y su gran corazón. Pese a ser un poco despistada, está en todo, casi no duerme y según dice ella, el centro de salud funciona mucho mejor bajo su dirección, y tiene toda la razón. Ngororero es un pueblo un poco más grande, aunque seguimos sintiéndonos como en un escaparate. Todo el mundo nos mira, los niños gritan “abazungu!” (Blancos) tras nuestro paso, nos piden “amafaranga” (dinero), pero la gente es amabilísima con nosotros y todo el mundo participa en nuestro aprendizaje del Kinyarwanda, el idioma local. Ciento cincuenta pacientes después y tras una invasión de pulgas en las habitaciones, volvemos a Murunda. Aunque cambiamos de alojamiento, nos sentimos como en casa, ya todo el mundo nos conoce, ya somos parte del pueblo. Nos llegan noticias que gracias al equipo donado por Dentalcoop, el Ministerio ha puesto un dentista dos veces por semana en Rususa. Lo celebramos con unas Gatanu! Es la cerveza sin azúcar del país, sienta como los chicles sugarfree, si tomas en exceso vas más al baño de lo debido. Es difícil creer que vas a encontrar un país así… increíblemente limpio y verde, todo colinas, poco asfalto y muchas campesinas. Cada último sábado del mes, la gente realiza trabajos para la comunidad. Le llaman “Umuganda” y casi el 80% de la población adulta lo cumple con rigor. El resto, se dedica a dormir y curar los síntomas del exceso de Gatanu. Ahora me encuentro en Kigali, escribiendo en la habitación del “hotel” con Wi-Fi y agua corriente mientras espero que pare la lluvia. Curiosamente, lo que más me alegra es tener agua corriente, ya que he tenido internet a lo largo del viaje. Por desgracia, han invertido más dinero para que pueda publicar en Facebook que para que pueda lavarme las manos bajo un grifo. Prometo no lavármelas en Barcelona hasta que se pueda en Ruanda y vuelva! Escrito esto, me voy a por mi última Gatanu! “Murabeho Rwanda” ADIÓS RUANDA! [Víctor Díez Alonso - 31 de Noviembre 2015 Kigali, Ruanda]
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Senegal – Agosto 2015

El pasado 29 de agosto regresamos de nuestra estancia en Senegal. Fuimos con la idea de tratar los problemas buco dentales de los habitantes de Kafountine, un pueblo pesquero al sur de este país, pero volvimos con una experiencia maravillosa en todos los sentidos. Gracias a la asociación Dentalcoop, nos pusimos en contacto con Catalunya Casamance, una organización que contribuye al desarrollo de la región. Ambos gestionaron nuestra estancia en el lugar y anunciaron nuestra llegada mediante carteles en los sitios más frecuentados por la gente de la región. La nueva radio local también contribuyó a dar a conocer nuestra presencia en el hospital. Desde el primer día nos pusimos manos a la obra:  conocer el sitio de trabajo, personal del hospital, limpieza e inventario del material. Al día siguiente ya comenzamos con las primeras visitas. Varias decenas de personas ya esperaban pacientemente. Los enfermeros locales los organizaban por orden de llegada. Nuestro horario era de lunes a sábado desde las nueve de la mañana hasta que todos los pacientes fuesen atendidos. La tarea diaria se basaba en realizar extracciones dentales en la mayoría de los casos, pero también hacíamos empastes. Se hacía especial hincapié en las medidas de higiene y alimentación, ya que Senegal es un gran consumidor de azúcar. Durante casi 20 días que duró nuestro voluntariado atendimos doscientas personas aproximadamente. De esta experiencia sólo podemos sacar cosas positivas. Hemos tenido la suerte de conocer Senegal, su gente, sus problemas, su vida y meternos de lleno en esa cultura. Gracias a Dentalcoop por nos haber permitido vivir esta magnífica aventura, a Catalunya Casamance por la ayuda ofrecida y a toda la gente maravillosa que hemos conocido, en especial a Cons y a Moussa, nuestros queridos enfermeros. ¡¡¡¡¡Gracias, no ha podido salir mejor!!!! Naoual y Berta
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